En estos momentos sólo puedo dar las gracias a quien me hizo aprender tanto, a quien me permitió descubrir el amor como un acto creativo entre dos, abriéndome así la puerta para entender más tarde el amor como un acto creativo colectivo, como la fuerza que sustenta la comunidad. Gracias a quien me ayudó a explorar otro lenguaje, a apreciar el valor metafórico de las palabras, a descubrir la dimensión poética y simbólica de la vida, para comprender también más tarde que no puede haber comunidad sin poesía, sin magia, sin un reconocimiento explícito del misterioso fondo que acoge el alma humana. Gracias a quien me enseñó a ser fiel, a honrar en todo momento aquello que creamos, porque las cosas pueden cambiar, la vida puede llevarnos por otro lado, pero eso no significa que tengamos que despreciar, ignorar u olvidar lo que construimos con otros, lo que en común hemos creado y hemos sido.
Y por último, gracias a quien me puso en la situación de tener que enfrentarme al dolor, al miedo, a mis propias miserias. Necesité años para asimilar algunas de estas lecciones, para comprender que el amor no puede ser ni un capricho individual ni un fin en sí mismo. El amor que se presenta a sí mismo como única realidad, que nos exige una entrega absoluta, una negación de nosotros mismos, que nos invita a lanzarnos a ciegas en un fuego que nos consume y del que se alimenta, no puede ser la base de ninguna relación, no puede crear una comunidad sostenible. Es sólo un medio de destrucción.
Gracias a ti comprendí que el amor debía ser otra cosa, algo que me invitara a conocerte, a explorar posibles mundos en común, establecer conexiones mágicas e invisibles, sin necesidad de tener que disolverme, sin tener que entregar en el altar del sacrificio todo lo que soy, todo lo que he sido; manteniendo un centro, tan estable como difuso, que se sostiene a sí mismo en una infinidad de relaciones. El amor recorre entonces una y otra vez los caminos que tejemos tú y yo y nos invita, a su vez, a recorrer otros caminos por separado; nos invita a acercarnos a otras personas, a crear nuevos espacios de encuentro, a expandir la red que nutre nuestra conciencia. Ahora sé que el amor está presente aunque tú no estés, sé que puedes entrar y salir de mi red de afectos y llevarte un cachito sin que me duela; sé que te sentiré cerca en todo momento, estés donde estés, seas quien seas.
(Tiempo de dar gracias - Extracto de Camino se hace al andar).