Como ahora, disfrutando de un juguito de remolacha y
zanahoria en el Juice Bar de Tatis, en el Uva, en Bogotá, en la carrera 13 con
la 94A. Enfrente, un restaurante francés, Donde Gilles, me lleva a recordar mis
días en París. Y por un instante, mi imaginación me transporta a alguno de esos
lugares encantadores que me gustaba visitar: El Sol, en el boulevard
Ménilmontant, el Piston Pelican, en la rue de Bagnolet, Les Couleurs en la rue
de Saint-Maur…
Me dejo vagar sólo un instante antes de volver a donde estoy
ahora, para fijarme de nuevo en la gente que pasa, la mayoría caminando con
decisión, ocupados en llegar a tiempo a algún lugar donde importa su presencia.
Un pensamiento penetra entonces en mi mente, envolviendo una rica sensación con
sabor a remolacha. Me veo sentado aquí, en el restaurante de Tatis, disfrutando
del momento, del ligero chispeo de un cielo que no termina de clarear ni de
cubrirse, viendo la gente pasar decidida, mientras me dejo imbuir por la idea de que
todas esas personas tan ocupadas que caminan de un lado para otro con tanta
determinación están en realidad trabajando para mi, para que yo pueda estar
aquí, sentado, relajado, disfrutando de la vida, por un instante hecha
delicioso jugo de remolacha y zanahoria. Y me siento agradecido por toda su
laboriosidad, por su esfuerzo en asegurar que todo está perfecto, que en este
momento, en este lugar, yo pueda estar aquí sentado, en Bogotá, en una terraza
de la carrera 13, con la calle 94A, tomando un rico jugo preparado por amorosas
manos, mientras el tiempo se detiene y el futuro no importa, sólo un ahora
cargado de ricos matices y texturas. Y pienso entonces que ellas, todas esas
personas que están en esos momentos trabajando para que yo pueda estar ahí,
también se merecen un momento así, un instante de pura eternidad, y pienso
entonces que yo les debo algo, que debo ocuparme de ellas, poner mi granito de
arena para que cada una de ellas encuentre su tiempo y su espacio, que quiero
sostener su bienestar, con mi trabajo, con mi saber hacer. Aunque, claro, eso
tendrá que esperar para otro momento, porque ahora sólo me es posible estar aquí,
en el presente, vivenciando intensamente el instante, gozando, sí, aquí, en el
Uva, el juice bar de Tatis, en la carrera 13 #94A, 26, Bogotá.
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